Manuela ha crecido, ya no era la niña con la trenza, tan mimada
por todos a su alrededor. A pesar del paso de tiempo, ella seguía
esperando los mismos mimos, y la constante atención de sus seres
queridos. No era fácil mantenerse en el centro de la atención y
ella no estaba acostumbrada de estar en la orilla. Ya no se podía
permitir los berrinches infantiles, tenía que cambiar de estrategia.
No era tan difícil hacerlo, con tan solo poner el rostro sufrido,
agarrándose de su vientre, obtenía el resultado esperado. La gente
se compadecía de ella. Su poca resistencia al anonimato y
cotidianidad, la han convencido de que tenía muchos males. El cuerpo
obedece al cerebro, porque éste siempre busca de satisfacer sus
necesidades. Su cerebro le decía que eso o aquello le hace mal, y
con el tiempo sí le hacía. Trata de mantener tu resistencia y
eduque a los demás con una buena dosis de ella. Que se encuentren
con las frustraciones y conozcan el anonimato. No huyas en la
enfermedad para llamar la atención. Aprende a nombrar tus
necesidades y comunícalas a los demás.
Feliz martes sin alergias a rechazo.

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