miércoles, 27 de abril de 2016

Cuidar el huerto

Después de la última amargura no quiso llorar, ni echar la culpa. Porque las cosas igual no iban a mejorar. Se sentó para esperar a ver si llega la suerte, pero no llegaba. Así que con todas sus fuerzas y un poquito más que eso, empezó cavar en el huerto de su alma. Había ahí algo que afectaba todo que ella sembraba. Alguna tristeza, alguna vivencia traumática de su pasado que se activaba con cada nuevo emprendimiento. Algo que siempre ponía sombra a cada alegría que empezaba a nacer. Solo si lo descubría podía cultivar la alegría la paz y en general toda la variedad de felicidad. No era fácil la tarea, pero era necesaria. Todos tenemos en nuestro huerto interior algunas malezas ocultas, a veces ni somos conscientes de su existencia. Cuesta descubrir, reconocer y hacer algo a propósito, para liberarse y cultivar la felicidad. Siempre afectan el frágil equilibrio que está enteramente bajo nuestra responsabilidad. La felicidad nadie te la va a dar, la tienes que cultivar y cuidar cada día.

Feliz miércoles de cuidar el huerto.

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