En una fresca
mañana de otoño Paulina perdió la paz. No sabía en que momento,
ni en que lugar se le había escapado. Lo cierto es que a partir de
aquel momento todo empezaba cambiar a veces drásticamente. Aunque le
tocaba hacer las mismas cosas que ya había hecho tantas veces en su
vida. Algunas de ellos se volvían repesadas. Fácilmente perdía la
calma, una palabra inocua, una mirada inocente, un gesto inofensivo,
todo interpretaba como intento de agresión, de causar daño, hacerla
sufrir. Al extremo vulnerable e hipersensible, tenía que encontrar
la paz de nuevo. La paz que amortiguaba y equilibraba todo, dándole
más resistencia y fuerza. Busca la paz, si la pierdes por alguna
razón, haz el esfuerzo de encontrarla de nuevo. Es necesaria,
imprescindible en tu vida. Sin ella se enferma tu cuerpo y tu
espíritu. Crecen los problemas y desaparecen o se achican las
soluciones. Ella te permite tomar sana distancia de los problemas,
desafíos e imprevistos de cada día. Cuídala porque ella te cuida a
ti.
Feliz lunes de
paz.

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