Nada más quedaban unos silencios después
de aquella ruidosa discusión. Ella los ha llenado con unos cuantos suspiros y
él con su nervioso mover las páginas de su diario preferido. El diario que le
decía lo que debería pensar y que opinión debería tener. Con el diario en las
manos era más fácil. Cuando hablaba con ella sus manos eran vacías, no tenía
nadie que le decía, qué opinión debería tener. Ella esperaba opiniones y
soluciones. Él la forma de evadir y posponer con la esperanza que a lo mejor
con el tiempo se va a solucionar solo. Y no se solucionaba… Ella a veces se
preguntaba por qué intenta, si él nunca responde. Lo hacía porque creía que era
algo de los dos, que él no es un simple inquilino de su vida, sino parte de
ella, corresponsable por todo que viven y les pasa. Ha esperado demasiado para
reclamarle ahora acostumbrándole que si él no hace nada ella igual responde.
Hagámonos responsables de las cosas y de la vida que compartimos con los que
vivimos.
Feliz miércoles de responsabilidades.

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