En su mundo entre su “si”
y su “no”, no cabía un “quizás”. Era o no era, no pensaba
que tal vez podría ser. Simplificar las cosas le ayudaba en muchas
ocasiones, no perdía tiempo en pensar en todas las posibilidades.
Todo parecía ser más claro más rápido. Lo que pasa que de esta
manera solo conocía dos sabores. Su vida que parecía más simple,
al mismo tiempo era más pobre. Vaciada de todos los matices colores
y sabores. Sin participación en los procesos de descubrimientos y
construcción de las nuevas posibilidades relaciones y compromisos.
Es bueno tener las cosas bien claras, simplificar y no complicar la
vida que nos toca vivir, pero hay que dejar el espacio para la duda
la sorpresa y el lento nacer y surgir las cosas. Somos los
responsables de su descubrimiento y de su crecimiento. No olvidemos
que la vida no está hecha, la hacemos cada día y ese hacer no es
solo una decisión una elección sino un proceso.
Feliz martes de un
“quizás”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario