A veces se quejaba de su
cotidianidad, porque para ella tenía sabor a rutina, con su ritmo
constante igual aburrido. Le faltaba algo, deseaba algo nuevo que
cambie esta sensación desagradable de limitación, del molde en el
que ha caído. Todo eso era cierto, lo que pasa que la
responsabilidad también era de ella y no solo de los que la
rodeaban. Nuestra vida siempre nos impone ciertas tareas repetitivas,
que cansan. Por eso se necesita creatividad, buscar cosas que a cada
día le pueden dar un toque único. No se trata de cosas grandes,
sino del cariño y atención que les damos. En la cocina buscar estos
toques especiales de sabor reinventando los platos jugando con los
ingredientes y los procesos de preparación. En momentos libres en
horas de trabajo y fuera de ellos la celebración de una taza de
café, de té o una buen ronda de mate o tereré, acompañada de
conversaciones, cambian las cosas y nos sacan de un ritmo aburrido,
permiten mover los acentos, dar más sentido a cosas pequeñas que
tenemos casa día y no siempre las apreciamos. Parte y comparte y te
sentirás más feliz.
Feliz
miércoles de cambio de acentos.

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