Comparaba a todos y los comparaba
consigo. Casi nadie salía bien de este ejercicio. Todos en algo eran
diferentes y para él la diferencia era negativa. Salir al encuentro
de lo diferente parecía una aventura demasiado peligrosa. No podía
controlar lo que era otro, lo que no era él. La aventura de
enfrentarse a lo diferente, el arte de la aceptación parecía
inalcanzable para él. Algunas veces trataba de entender lo que es
fijo, lo que es exterior y lo que es interior, lo que fluye a través
de palabras, gestos, silencios. Eso parecía moldeable, apto a
transformaciones incluso profundas. Lo exterior aceptamos, lo
cuidamos, protegemos, es lo que nos identifica en el primer contacto.
Lo interior, lo amasamos toda la vida, pues esté en constante
movimiento si no se mueve se vuelve piedra, se vuelve insensible.
Cada uno tiene sus propios ingredientes, cosas que ha vivido,
experiencias adquiridas, tanto buenas como malas y eso nos afecta,
por eso nunca seremos iguales en reacciones frente a un hecho a una
situación, frente a una persona. Disfruta de la riqueza de la
diversidad, no la juzgues, trata de conocerla, incluso cuando es
posible de entenderla. Es parte del maravilloso, colorido,
sorprendente, mosaico de la vida.
Feliz
miércoles de las diferencias.

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