Se conocía hasta donde le permitía su espejo. A
veces ni a este podía mirar con tranquilidad, porque las lágrimas
quitaban la nitidez a su propia imagen. Cerrado en los cuatro paredes
de su inseguridad, atado con la falta de fe en si mismo a diario
hacía recuento de sus derrotas. Hasta que se conocieron. Bendita
casualidad permitió, que se armonicen sus pasos. Que se rimen sus
sueños. La primera vez se miró no en su viejo espejo, sino en los
ojos brillantes de emoción de otra persona. Nunca ates se había
visto, tan crecido, tan fuerte, tan capaz. Descubrió que la amistad,
la cercanía, el amor hacen milagros. Pues no solo tú sino también
otros creen en Ti.
Feliz Domingo de Confianza.
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