A Laura las palabras le salían por la piel. Por más
que se daba baños de silencio, su cuerpo se llenaba de palabras.
Como nadie le hacía caso, renunció a pronunciarlas, con tenue
esperanza, que alguien las viera a flor de piel. Sus amigos
sumergidos en las pantallas de sus teléfonos apenas percibían su
presencia. Hasta que Laura empezó arrancarse las palabras porque le
pesaban mucho. Y su cuerpo se lleno de llagas de sentimientos. Por
fin la miraron, y se dieron cuenta que Laura sufría en silencio.
Feliz Miércoles de Mirarse
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