X ENLACE DE AGENTES DE PASTORAL
INDIGENA
INDIGENAS: CAMBIO Y FUTURO DE
MEXICO
En el mundo en que vivimos, en donde fallaron los proyectos, que iban a dar la felicidad para todos, y que ni siquiera fueron capaces de darla a unos pocos, puesto que estos pocos, que acumularon las riquezas se quedaron totalmenta vacíados de valores e ilusiones en su vida. En el mundo en donde se proclama la muerte de las utopías y la hegemonía de la economía y de las leyes de mercado. Cada vez con más frecuencia, se escuchan aquellas voces, que suenan en la luz del fuego y de las velas, que iluminan nuestros días con la sabiduría de nuestros antepasados.
Hoy, al pasar frente a nuestro pasado, nos permite encontrarnos frente al espejo de la vida, al espejo del tiempo y que nos muestra sólo como dadores de poder, como andamios de terceros, como escaleras para mezquindad, que nos utiliza pero no nos ayuda, que nos suplanta pero no nos representa, que nos aprovecha pero no nos sirve.
Nuestro espejo de la vida nos reivindica: como la dignidad perdida y olvidada de nuestra Patria, como la verdad menospreciada y despreciada, como la historia vuelta leyenda por intereses del poder. Nos reclama que sigamos siendo sub-ciudadanos en este territorio que es originalmente nuestro y que no estamos haciendo oír nuestra palabra, después que no entendieron nuestro silencio, y que seamos exageradamente nobles y pacientes ante la soberbia y la mentira del poder”.
Viendo las historias, transmitidas a través de los mitos, descubrimos que no es la primera vez, que nuestras comunidades se unen para enfrentarse a las fuerzas, que las quieren dañar.
El pueblo huasteco (tenek), muchas veces se llama a si mismo, como el pueblo de Dhipak (Thipac) - El Alma del Maíz, el Lablith Cuitol (el Muchacho Divino).
Cuentan los mayores, que el Quithab (el Malo) y el
Pojcax ( el Maldito) querían acabar con el Dhipak.
“Hace mucho tiempo, cuando la verdad
no se hacía mentira, cuando la palabra era venerada y respetada,
cuando los escribientes de la historia ni existían y cuando esas
historias ni siquiera se inventaban, cuentan de generación en
generación, que los malos espíritus representados por Quithab (el
Malo) y Pojcax (el Maldito), querían acabar con todos los seres que
poblaban nuestra Mim Tsabal (Madre Tierra), pero sabían, que tienen
que empezar por acabar con Dhipak (el Alma del Maíz), el Lablith
Cuitol, (el Muchacho divino), quien representaba a la verdad, la
bondad y la vida.
Entonces el Dhipak habló y platicó con Quithab y el
Pojcax, para decirles que él se dejaba sacrificar, se dejaba matar,
a condición de dejar con vida a los pobladores de la tierra, mucho
se duró en el diálogo, mucho se duró en la plática, pero después
de muchos Niq’adth cau (discurso o platica), se pusieron de
acuerdo, se quedaron así, Dhipak el Lablith Cuitol, tenía que
ofrendar su vida en una mesa, como un Bolim (Tamal Grande), al día
siguiente, cuando el sol estuviera frente a frente con la tierra en
lo más alto del C’ay’lal (Cielo). Cuando ésto supieron los
pobladores de esta tierra, tristes se pusieron y llorosos se
quedaron. Al día siguiente esperaron a que el sol saliera hasta
ponerse frente con la tierra y llegara a lo más alto. Llegada la
hora, el Dhipak, el Lablith Cuitol, se preparo rápidamente, se
envolvió con unas hojas de Lum (Bandera de Monte) y se quedó
formado como Bolim, quedando encima de una mesa, esperando su muerte.
Ofrendaba él su vida por todos los pobladores de la tierra. Y así
quedó un rato de tiempo, esperando la llegada del Quithab y el
Pojcax, cuando de repente, algo se desprendió de lo alto del
C’ay’lal, y se vino rápidamente y al llegar frente a la mesa
donde se encontraba la ofrenda, el Bolim, todos los presentes se
vieron entre ellos para ver, luego entre todos a un T’iu Pulic
Pulic ( Gavilan Grande Grande), que representaba el Quithab , el
Pojcax.
En ese momento el T’iu Pulic, sin esperar más,
clavó sus garras en el Bolim y enseguida se escuchó el chillido
angustiado del T’iu Pulic que se alejaba rápidamente como había
llegado, pero sin haberse comido el Bolim y sin habérselo llevado,
cuando todos se preguntaban, ¿qué fue de Dhipak, el Lablith
Cuitol?, éste aparece a unos cuantos pasos de la mesa, feliz y
contento le decía al Quithab y al Pojcax, representado en el T’iu
Pulic: ¿No que tenías mucha hambre y me querías comer? Entonces,
los pobladores de la tierra, sorprendidos, le dijeron: ¡¡Pero si
estás vivo!! Y nosotros que llorábamos porque te habías muerto.
Dhipak, el Lablith Cuitol, le dijo: “Yo no me morí, porque sé que
los Quithab y los Pojcax, nunca cumplen su palabra, nunca hablan con
la verdad y sólo me hubieran matado para seguir contra Ustedes”.
El pueblo, descubre las palabras
engañosas de los grandes que quieren justificar sus políticas de
muerte, diciendo que son necesarios estos sacrificios, para salvar el
bienestar común, que se convierte en el bienestar de unos pocos, que
viven, gracias al peso que cargan las espaldas dobladas de muchos.
En otra historia nos cuentan los
mayores que, el pequeño Dhipak venció, uniendo a toda la comunidad,
al Gran Gavilan que, todos los días pedía los sacrificios, y cada
comunidad para sobrevivir tenía que sacrificar a uno de sus
miembros. Las comunidades unidas eran capaces de enfrentar el poder
del Mal.
Sabían los mayores de los primeros
que poblaban nuestra Madre Tierra, que sólo la alianza de muchas
palabras, de muchos corazones, sólo el caminar juntos nos permite
enfrentar todas las dificultades. Lejos de nuestra Cuenchal
(comunidad) nos sentimos débiles e indefensos. Nos ponemos a caminar
y, en nuestro caminar se oyen los pasos de nuestros antepasados, que
nos acompañan en el camino. Nos ponemos a platicar y en nuestras
palabras se oyen las palabras, las verdades de nuestros antepasados,
que dan fuerza a nuestra voz, que no se puede callar con el ruido de
las estudiosas mentiras de nuestros opresores. Nos miramos y nuestro
mirar y ver, esta lleno de claridad, ninguna sombra de engaño
oscurece nuestra mirada. Nos callamos y hasta nuestro silencio, tiene
una fuerza que atemoriza a los que no saben escuchar la voz de sus
corazones.
Tenemos que unir nuestros pasos, nuestras palabras,
nuestras miradas y nuestros silencios. Tenemos que ayudar a los
jóvenes, no olvidar escuchar a los que saben decir y vivir la
verdad, en sus servicios a la comunidad. Aprovechemos las maquinas
que ellos inventaron para publicar y multiplicar sus mentiras, usemos
las para publicar nuestra verdad; porque ella nos ayuda a todos, a
descubrir la milenaria sabiduría y verdad, que esconden nuestros
corazones, cuando se purifican, con el agua de nuestros pozos, de las
mentiras y las manchas de egoísmo y xenofobia. Ellos, nos dijeron
que: el Otro es peligroso, en vez de intentar comprender, lo
que hay que hacer es acabar con él.
Nosotros sabemos que: mejor conocer y unirse. Ellos a sus hijos
enseñan la soledad y, en sus historias les enseñan a luchar contra
el otro; nosotros enseñamos a nuestros hijos la comunidad y el
respeto hacia el otro, el diferente. Sabemos que al otro: hay que
conocerlo.
Nuestros cántaros, llevados por las mujeres en lo
alto, reflejan los rayos de una nueva-antigua esperanza, los
cristales y gotas de la solidaridad universal. Hemos caminado muy
lejos, haciendo un círculo, que une a todas
las naciones de nuestra Mim Tsabal (Madre Tierra). Después de tanto
caminar descubrimos, que la esperanza la tenemos cerca, muy cerca, en
nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario