lunes, 17 de agosto de 2015

Cerrando puertas

Cada vez que se enojaba, cerraba una puerta. Era muy alegre, pero su genio lo ganaba con frecuencia. No podía dominar los pequeños hilos que movían grandes cosas en su vida. Al enojarse con tanta frecuencia, se le cerraban muchas puertas, hasta que un día, sin saber, ni cómo, ni cuándo, se vio a si mismo cerrado en la prisión de la soledad. Muchos podemos hacer nuestras observaciones, estar en desacuerdo con algo o alguien, pero no tenemos que ir cerrando las puertas sin decir lo que nos duele o desagrada. No nos hagamos prisioneros de nuestro propio carácter indómito y nuestras pretensiones de ser el centro del universo. Todos tenemos que aprender dar para poder recibir. Mientras más lunas acumulamos, más responsabilidad tenemos.

Feliz lunes de abrir las puertas.

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