domingo, 9 de agosto de 2015

Sincerándose

A mí nadie me entiende, repetía con tanta frecuencia con cuanta se le escapaban suspiros profundos, o cuando le cuestionaban. Tal vez tenía razón en muchas ocasiones, pero no en todas. Cuando la invadían pequeñas olas de sinceridad, tenía que reconocer, que tampoco ella se entendía perfectamente. Que le llegaban sorpresas hasta a ella misma, viendo como reaccionaba contra lo que sentía. Los gestos, las palabras, las decisiones, se disparaban solos. Los arrepentimientos siempre venían después. Como una imagen borrosa que emergía de entre las lagrimas, aparecía la necesidad de dialogar, de explicar, pero antes de todo, de calmarse y sincerarse ella misma. El domingo parecía un día perfecto. Bajando de la velocidad propia de otros días de la semana, tenía tiempo y espacio para sentarse consigo misma y pensar. Una vez viendo todo y analizando con sinceridad podría empezar a dialogar. Antes de exigir y reclamar a otros que no te entienden, procura entenderse tú mismo, tú misma, luego dialoga con calma y sin reproches.

Feliz domingo de sincerarse un poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario