Entre tantos trabajos y tantas prisas, que siempre empujaban su
espalda, se olvidaba quien era. Las malas lenguas decían, que
preocupación y enojo, eran sus nombres. Ni supo cómo, pero esparció
a su alrededor un aura de negatividad y tensiones. Su vida no era más
complicada que la de sus vecinos, pero su capacidad de enfrentar las
cosas de cada día con calma, se ha agotado hace tiempo. Cualquier
problemita, por pequeño que sea, activaba una avalancha de quejas y
suspiros, que la arrastraba a la inercia. Lo que era sencillo, en sus
ojos parecía re complicado, paralizada por miedo y falta de fe no
hacía nada, pudiendo hacer todo. No dejes de inmovilizarte, cayendo
en la telaraña que tú mismo tejiste con tus desconfianzas. Tu
capacidad es mucho más grande y llega mucho más lejos de lo que
puede ver tu mirada.
Feliz sábado de superar miedos.

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