No le gustaban las despedidas. Dejar atrás a los que amaba, sin
ninguna seguridad de poder volver a verlos, le partía el alma. La
experiencia de la vida le a enseñado algo sorprendente; cada vez que
despedimos a alguien, dejamos un espacio, para que llegue alguien a
nuestra vida, que nunca a los que despedimos los encontramos igual.
Ellos como nosotros no están parados, sino en constante movimiento.
Así que al mismo tiempo dejamos espacio y hacemos espacio. No
podemos en un encuentro abarcar a todos. La buena atención podemos
prestar a unos pocos, por eso es saludable este movimiento de
personas, porque cuando alguien se estanca, en vez de ayudar, empieza
a estorbar, obstruyendo el movimiento de otras personas. Muchas veces
sentimos una tensión típicamente humana, por un lado queremos
retener las cosas y personas con un extraño afán de intentar
adueñarse de ellas, por otra parte nos damos cuenta que la verdadera
felicidad existe cuando hay libertad. La acumulación tiene olor de
naftalina, la libertad aroma del campo, bosque, mar y las montañas.
Libera no acumules.
Feliz jueves de liberación.

No hay comentarios:
Publicar un comentario