Rut no conseguía ser feliz, porque se distraía demasiado. Cada
vez que la felicidad llegaba a su vida. Ella no le hacía tanto caso,
mirando a otro lado. La felicidad es paciente, se puede quedar y
esperar, pero si nadie la recibe, ni alimenta, se va a otro lado. Rut
a veces miraba la felicidad de reojo, pero le parecía le parecía
demasiado grande, tenía miedo de domesticarla, y al final se hacía
la desentendida dejándola irse de nuevo. La felicidad no es como
ropa, cada medida te queda bien. No tienes que buscar tu talla. Para
poder domesticara, hacer que se quede contigo por mucho tiempo,
tienes que vivir con atención. Hasta la felicidad puede colmar su
paciencia y marcharse a otro lado, dejándote con mal sabor en la
boca y una bolsa llena de quejas y lamentos. No te distraigas tanto.
Pon algo de atención.
Feliz miércoles sin distracción.

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