Los amigos la admiraban, los que no lo eran, sentían una
curiosidad mezclada con una buena dosis de envidia. No había nadie
que se quedara indiferente frente a tal cantidad de alegría y
esperanza. Y eso que la vida no la mimo demasiado, ni la privó de
muchos problemas. Lo curioso de su caso era, que los problemas la
ocupaban, pero no la preocupaban. Quiere decir, siempre dedicaba un
tiempo exclusivo para ocuparse de las cosas que le tocaba enfrentar,
solucionar, resolver. El resto de su tiempo, disfrutaba de cada cosa
hermosa, que encontraba en su camino. Nunca arrastraba detrás de si
sus problemas. Tal vez lo que más la distinguía, era la serena
capacidad de diferenciar entre lo que se puede solucionar y lo que no
se puede. Decía que si algo no se puede solucionar ahora, ocuparse
de eso, sería perder el tiempo de balde. Solo se ocupaba de lo que
podía ocuparse y el tiempo necesario. No perdía en tiempo para
lamentarse, ni buscar culpables. La vida es demasiado bella, solo
aprende diferenciar entre problemas y la vida. Son parte de ella,
pero no son su totalidad. Mira lo que puedes solucionar y lo que no y
vive feliz.
Feliz sábado de diferenciar.

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