Lorena llevaba un tiempo
persiguiendo su sombra, tan inquieta como ella misma. Nunca la podía
alcanzar pero siempre estaba pisándole los pies. Esta eterna
persecución le servía para mantenerla caminando. Lo de estar en el
camino tiene sus ventajas. Uno deja huellas y cruza las fronteras. Y
eso de dejar huellas no es solo cosa de pisadas que se pueden
reconocer sino más bien tema de las impresiones que se deja en el
alma de los que cruzamos en nuestro camino. Estas huellas no siempre
son las que nos gustaría dejar. La imagen queda lejos de la
identidad. Nuestras huellas también quedan condicionadas por las
sensibilidades, experiencias, expectativas y gustos de los que nos
encuentran. Puesto que algunas cosas pueden distorsionar su
percepción y eso termina perjudicando a ambos. Las fronteras
cruzadas no son necesariamente las internacionales sino más bien
personales. Venciendo lo que tantas veces nos tiene cerrados y
limitados. Comunicando lo que llevamos cargando soñando y
persiguiendo. Los sueños, las utopías los ideales que como sombra
no se dejan alcanzar pero ya les pisamos los pies y nos mantienen
caminando. No dejes de perseguir tu sombra.
Feliz martes de perseguir sombras.

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