Le gustaban mucho las fogatas.
Sentía una gran atracción por el fuego. No era un caso de piromanía, sino una
actitud de reflexión y contemplación al ver el fuego encendido. Su alegre y
constante baile por las leñas, las consumía irremediablemente. Lo consumido y a
no se podía recuperar, se volvía polvo, ceniza. Era como una clara y reveladora
representación de su tiempo gastado, de su vida gastada. Lo que ya “quemamos”
no lo podemos recuperar, se vuelve polvo y ceniza, por eso es tan importante
aprovechar bien, usar su calor, su luz, mientras “arde”. Se generoso, pero al
mismo tiempo cuidadoso, a la hora de quemar tu tiempo.
Feliz miércoles de ceniza.

No hay comentarios:
Publicar un comentario