Las tristezas recurrían su rostro como las lágrimas
que siempre salían sin pedir permiso. Esta diminuta sombra de soledad era lo
suficiente grande para oscurecer su sonrisa. En soledad el zumbido de las dudas
se hacía insoportable. Necesitaba hacer algo para iluminar su rostro y a través
de él, el camino que tenía por delante. Nadie a su alrededor vendía pomadas de
confianza que pose antes de cada encuentro, o antes de salir a la calle. Al
carecer de un repelente para sus dudas las tenía que espantar y aclarar con
algo. No había ninguna solución más que la auto aceptación y autoconocimiento.
Solo él puede ayudar a ubicarnos en el tiempo y espacio. Permitir a descubrir
¿qué es lo que queremos? ¿Cómo lo queremos? y ¿para qué lo queremos? Viendo las
necesidades y las potencialidades desaparece espacio para la tristeza
indefinida y empieza la acción. No la de conseguir todo y de una sola vez, sino
la de pequeños pasos que nos llevan en la dirección correcta. Cada paso por más
pequeño que sea sirve, no lo menosprecies.
Feliz miércoles de pequeños pasos
Feliz Día de la Mujer.

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