Las cosas no salían bien. Al principio
todo parecía ir viento en popa y luego desaparecía el impulso
inicial, se desvanecía el entusiasmo en alguna parte. No le faltaban
posibilidades, ni convicciones, lo que le faltaba era la decisión y
su hermano gemelo el atrevimiento. Los miedos que no se dormían
nunca y siempre estaban a acecho, se vestían de espera, de
procrastinación. A veces bien disfrazados casi no eran reconocibles,
con ropajes de otras realidades no dejaban de ser simples miedos.
Siempre tenían excusa y muy buena argumentación. No les resultaba
difícil de hallar a un culpable. Hacían todo lo posible para que no
se hable de ellos para que puedan pasar desapercibidos. Eran más
eficaces que los mejores frenos de vehículos capaces de frenar cada
sueño, proyecto e iniciativa. Hazlo posible para detectarlos,
reconocer y espantar poniendo en su lugar seguridades que te dan los
pequeños y constantes pasos de cada día, pues aunque sean pequeños
te hacen avanzar.
Feliz sábado de pequeños pasos sin
miedos.

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