En su mesa algunas veces faltaban
algunos alimentos. Aunque hacía todo lo posible para comer bien,
para comer saludable. Siempre había comida variada y enriquecida con
los condimentos naturales. Lo que nunca faltaba en su mesa eran
sentimientos, suficiente espacio para poner las palabras y compartir
las cosas que cada uno de ellos ha vivido. Mirándoles uno podría
tener hasta dudas qué les alimentaba más, si los alimentos que
comían o las palabras que decían y escuchaban. Y cuando alguien se
acercaba a la mesa con sus silencios eso enseguida se notaba, se
respetaba, pero no se ignoraba. Así como podían repetir cualquier
de los alimentos que había en la mesa o expresar sus deseos para que
se prepare otros, así podían repetir las palabras, para entenderlas
mejor o pedir otras que sentían que tanta falta les hacían. Si no
lo tienes, haz en tu mesa espacio para las palabras y los
sentimientos.
Feliz sábado de buena mesa.

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