Se sentía enferma. Ha hecho mil
estudios y análisis. No le han encontrado nada. Parece que su cuerpo
estaba en el perfecto estado. Le han mirado todo lo que se puede ver.
Solo no les di tiempo de escuchar todo lo que se puede oír. Entre
sus palabras, una que otra queja, había las verdaderas causas de su
malestar. La causa de lo que le hacía sentirse tan mal no estaba en
su cuerpo, sino en su ambiente más cercano. La gente que la rodeaba
cada vez tenía menos tiempo para estar con ella y menos paciencia
para escuchar a sus palabras. Lo que ella decía rebotaba de las
paredes y regresaba a ella sin causar el más mínimo efecto. Y
cuando sentimos que no somos nadie y que las palabras que llevamos
dentro afuera no importan se enferma toda nuestra existencia. No
permitas que eso pase con la gente que tienes cerca de ti y así
tampoco pasará contigo.
Feliz sábado de atención a otras
personas.

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