Eran muchas las tempestades por los que
pasó. La experiencia le mostraba que por muy fuerte impetuosa que
fuese siempre al final amainaba. Así que lo más sabio y prudente
era quedarse en un lugar seguro esperando un poco. Ninguno de los
fenómenos atmosféricos era eterno, interminable. Sabiendo eso solo
era necesario mezclar un poco de precaución con paciencia, no dejase
llevar por el pánico o la desesperación. Los problemas las
dificultades muchas veces se parecen a las tormentas inquietan y
asustan. Hay que tomar las precauciones necesarias y ver con
paciencia el momento adecuado para actuar. Ver si existe la
posibilidad que amainen las cosas a corto plazo o hay que armarse de
paciencia. Eso no significa dejar los problemas sin solucionar,
porque eso solo podría provocar que se agraven sino no actuar
precipitadamente sin prudencia y protección necesarias. Así que
conozca bien la fuerza de la tempestad y calcula las probabilidades
de su fuerza y duración. Luego actúa con calma.
Feliz domingo de prudencia y paciencia.

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