Sus amigos ya estaban acostumbrados a
sus largos silencios. En el grupo era tal vez el que menos hablaba.
Él decía que las palabras antes de pronunciarse tienen que ser bien
pensadas y madurar lo suficiente para que puedan dar frutos. Los
sentimientos que envuelven tienen que ser reconocibles para poder
evitar confusiones y malos entendidos. Las palabras son como frutas
que esconden dentro las semillas de sentimientos. Hay que tener
cuidado con lo que sembramos, ser consciente dónde y con quién
sembramos. Las palabras no pueden servir de tapa huecos cuando no
alcanzan los sentimientos y se acaban los silencios cargados de
sentido. Claro no se trata de renuncia conversaciones informales sin
compromiso disfrutando de nuestra capacidad de comunicación, pero
date tiempo poder pensar y hacer a madurar tus palabras cuando toque
hablar sobre algo importante, algo que toca a tu vida y a la de los
demás.
Feliz martes de palabras maduras.

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