Mónica
empezó a sacar los problemas de cada apartado de su vida. Quería
hacer la limpieza de fin de semana. Los sacaba y tiraba en el rincón
de preocupaciones. Hubo problemas viejos con aroma a naftalina de
olvido y negación, también nuevos de llamativos colores y aromas de
estrés. Parecían tantos, una linda colección, pero cuando los miro
con atención se dio cuenta, que eran como una montaña de ropa para
planchar. Cada uno necesitaba su temperatura adecuada de paciencia, y
presión exacta, que les quitaba las arrugas y pliegues de
imposibilidad. Una vez planchados con serenidad y doblados con
tranquilidad, cabían en un limitado espacio llamado Experiencias.
Feliz
Viernes de Planchar las Imposibilidades
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