En
la casa de Carlos, desde siempre se hablaba sobre enfermedades. Cada
visita de una familiar cercano o lejano, era una oportunidad de
ampliar el panorama familiar de dolencias. Entre ayes y suspiros se
consolaban y se compadecían. A veces hasta se tenía impresión, que
querían impresionar los unos a los otros, con lo mal que se sentían.
Los que mucho hablaban de sus dolores, con frecuencia se quedaban, se
iban los oyentes. El bombardeo de palabras sobre las enfermedades
enfermaba sus cuerpos indefensos. Carlos siendo niño llegó a
pensar, que estar enfermo, era normal, era el único estado posible
en esta vida. El cuerpo obedece a las palabras. Tanto hablar sobre el
dolor, al dolor abre las puertas. Años de negaciones y
negociaciones le costó a entender, que una cosa es tener problemas
de salud y otra muy distinta estar enfermo. No es un eufemismo, ni un
juego de palabras. Es la actitud frente a la vida. El que tiene
problemas de salud busca soluciones, enfrenta desafíos y lleva una
vida normal dentro de sus posibilidades. El que está enfermo, sufre
y no puede hacer nada, tiene miedo de lo que le espera, porque está
enfermo. Así como todas las edades y tiempos son malos para
enfermarse, al mismo tiempo son buenos para sanarse. El oír mucho
sobre la enfermedad enferma, el oír mucho sobre la salud sana. Cada
uno de nosotros elige. Eso no es huir de la realidad, es cambiar de
actitud.
Feliz
Miércoles de Sanar Conversaciones y Cuerpos.
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