Rosa
a veces se mareaba por tantas prisas que la vida le metía. Siempre
apurada, se desesperaba. Por más que se esforzaba no avanzaba.
Siempre daba vueltas regresando a lo mismo. Eso era lo que le
parecía. No era consciente de que sus vueltas forman una espiral,
como una concha de caracol. Cada vuelta la colocaba en otro nivel.
Aunque salimos y regresamos, nada queda inmóvil. Cada paso, cada
encuentro, nos enriquece, nos pone en otro nivel de conocimiento de
nosotros mismos y del mundo que nos rodea. No existen vueltas sin
sentido. Solo existen personas distraídas de la belleza de la vida.
Feliz
Lunes de Vueltas sin mareo
No hay comentarios:
Publicar un comentario