Eva
sufría de vértigo. Siempre se sentía mejor con los pies en la
tierra. No se quejaba, ni envidiaba a los que escalaban las montañas
y subían a los aviones. Se reconcilió con su realidad, lo que no le
impedía, que sus sueños vuelen muy alto. Se acostumbraba atraparlos
atar a sus brazos y ponerles un peso de responsabilidad. Así los
tenía disponibles a la mano eran como cometas de diferentes formas
y colores. Los cuidaba mucho para hacerlos crecer y crecer con ellos.
Ni se dio cuenta, que atada a sus sueños, empezó escalar los
obstáculos y volar alto.
Feliz
Sábado de altos vuelos
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