Los portones de su casa se trabaron,
las rueditas no daban vueltas y con mucha dificultad se deslizaban
arrastradas por sus respectivos rieles. Eso prácticamente impedía
acceso a su casa. Con dificultad podía entrar y salir. Urgía una
profunda limpieza y algo de lubricante. Por suerte. sin grandes
problemas se pudo arreglar. El portón que se abría con facilidad no
solo se abría al espacio exterior, sino también a la vida al mundo.
A veces necesitas abrir algo tu espacio, abrir tu mundo. La
confianza, las ganas de saber más, de conocer más, son el mejor
lubricante. Se necesita un poco de limpieza, quitar algo de
prejuicios, miedos y resistencias. Solo el mutuo intercambio nos abre
al mundo. No te cierres ni en ti mismo, ni en tu propio mundo. Poco
ganas y demasiado pierdes. Un portón que se abre y cierra con
facilidad, te permite poner límites que te aseguren algo de
privacidad, confort, intimidad y seguridad que cada ser humano
necesita.
Feliz martes de arreglar “los
portones”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario