Mar para ser feliz tuvo que aprender
a reconciliar muchas cosas en su vida. Una de las primeras
reconciliaciones era la de su trabajo y su vida privada. A cada uno
le daba su tiempo y su sitio, sin mezclar uno con el otro y sin
permitir que el uno invada el espacio del otro. Tarea complicada pero
posible. Al hacerlo pudo notar que disfrutaba más de las dos. Otra
reconciliación llegó a tocar su pasado y sus errores desaciertos y
meteduras de pata, que como una sombra la perseguían. Fue ella que
tuvo que entender que ya no importa, que está hecho, que se queda en
el pasado y en su memoria. Al reconciliarse con eso su memoria dejo
de doler se convirtió en aprendizaje, en advertencia y una anécdota
del pasado superado y vencido. La reconciliación con algunos
familiares y amigos llevaba más tiempo, se necesitaba bajar el nivel
de orgullo y subir el de sinceridad y honestidad. Aclarar las
posiciones y mutuas expectativas. Quedando con lo más importante, lo
esencial, lo vivido y compartido. La última de la serie de las
reconciliaciones, la más difícil la más importante y fundamental
fue la con ella misma. No podía mentirse, ni engañarse, tenía que
presentarse delante de ella misma así como es y no como dicen que
es. Eso no era tarea fácil. No se admitían medias verdades, ni
soluciones a medias. Solo la verdad y desde la verdad camino hacia la
felicidad. No importa cuántas reconciliaciones te esperan son
necesarias. Gasta tu energía en ellas y no en los enojos rencores y
reproches.
Feliz jueves de reconciliaciones.

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