Siempre le han gustado sabores
claros y bien definidos colores. Evitaba lo insípido y huía de la
penumbra. No ocultaba y ni se ocultaba. Los que la conocían podrían
ver claramente cómo es que le gusta, que busca y que le desagrada.
Respetuosa con otros, sus gustos y opiniones, esperaba respeto, no
aceptación. Esa venía con el tiempo para los que querían “perder
el tiempo” con ella. No era mucho lo que podía ofrecer, tampoco
mucho esperaba, eso si todo lo que se refería a ese maravilloso
intercambio llamado vida, amor, amistad, tenía que ser claro, tenía
que ser de calidad. Nada a medias, nada confuso, nada oculto. Nunca
faltaban los que la tacharon de radical, de anticuada o hasta
antisocial. No se molestaba por eso. Simplemente querría vivir su
vida, no la de los otros. Y en su vida la comida tenía que tener el
sabor, la luz tenía que iluminar, la música animar y llevar a la
armonía, los sentimientos tenían que sentirse y el amor vivir. No
era mucho pedir, porque lo mismo ofrecía. Trata de ser claro y da
sabor a tu vida. Los que saben ver y sentir lo percibirán y entraran
en sintonía contigo.
Feliz martes de claros sabores y
colores.

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