La única distancia que no se supera es la de
olvido. Ese no era su caso. Estaba a la distancia de muchos suspiros
suspendidos en el aire. Suspiros que evocaban palabras y éstas a los recuerdos
que han nacido en el mar del tiempo. Palabras que iban, palabras que venían, y
en medio de ellas los sentimientos, a veces de sorpresa, alegría,
desesperación, impotencia, confusión. Siempre yendo hacia adelante, con pasos
pequeños y mil y un tropiezos, que nos hacen más atentos, más cuidadosos y más
humildes, cuando aprendemos la lección, o más soberbios y chocantes cuando
desaprovechamos la oportunidad de un buen aprendizaje. En el camino recibiendo
siempre más de lo que podemos dar. A veces uno se pregunta cómo cargar tanto
equipaje. El Paraguay y sus habitantes tienen un corazón que no les cabe en el
país, por eso los que llegamos un día y nos fuimos, llevamos un buen pedazo.
Algo que vive en nosotros y bombea los sentimientos de amor, cariño, gratitud.
Un buen aprendizaje de lo que realmente vale la pena. En medio de tantas
adversidades manteniendo la esperanza. Gracias por soportar mis errores, permitirme a aprender a ser
humano y a conocer su corazón.
Feliz domingo de los 50 años de la presencia de los
espiritanos en Paraguay.
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