Siempre admiraba fuentes nacimiento y arroyos que
daban el agua gratis. Tenía sensación que existía en el murmullo de agua una no
pronunciada alegría de dar todo a cambio de nada, una generosidad festiva. A la
fuente llegaban todos, algunos para tomar, otros para llevar consigo el agua
limpia y fresca, otros para sentarse un rato y calmar su alma escuchando el
suave y refrescante murmullo del agua. El agua juguetona que caía bailando,
cantando y reflejando la luz del sol. Puede ser que sabía lo importante que es
para todos, puede ser que no. Aunque sus dos principales usos eran el apagar la
sed de todos los organismos vivos desde los seres humanos, animales hasta las
plantas y la limpieza, su real importancia superaba mucho lo que era obvio y
por todos conocido. Lo mismo pasa con nosotros. A veces conocemos los
principales roles que tenemos en la vida, desde lo familiar hasta profesional.
Somos padres e hijos, hermanos y amigos, poseedores de una profesión y otras
habilidades, pero muchas veces no sabemos que, fuera de todo eso, nuestra presencia,
nuestras palabras, nuestra voz y nuestra sonrisa, entre otras cosas, son de
fundamental importancia para otras personas, sobre todo si sabemos ser
generosos como el agua.
Feliz martes de entrega generosa.
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