Le han dicho los abuelos que: “No
basta dormir en la misma cama para tener los mismos sueños”. Lo ha
comprobado muchas veces y algunas veces esta prueba fue muy dolorosa.
Se hacía ilusiones que su intimidad les igualaba hacía sentir de la
misma manera, querer caminar en la misma dirección. El despertar de
esas ilusiones era como cubo de agua fría, y ella no era de las
tipas exaltadas soñadoras que confunden la vida con una novela
romántica. Con los sueños pasa que lo que soñamos durante la noche
tenemos que hablar durante el día. Eso no se puede quedar en el
campo de suposiciones adivinanzas o buenos deseos. Para que las cosas
se vuelvan comunes los dos o los involucrados han de conocer hasta
los últimos detalles. La clave está en saber compartir lo que
soñamos durante el día y la noche, que aunque es una cosa personal
en la vida de la familia y de la pareja que no sea privada sino común
para evitar las tensiones y frustraciones.
Feliz miércoles de sueños compartidos.
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