A su alrededor vivía la gente que
siempre buscaba soluciones rápidas y caminos cortos. Él les
cuestionaba y también se cuestionaba a sí mismo acerca de la
eficacia de este tipo de actuaciones y actitudes. Sabía que mucho
más fácil eran unas cuantas palabras de denuncia que un a veces
pesado, largo y agotador diálogo. Resultado de ambos era muy
diferente. La denuncia terminaba en enfrentamiento de dos partes
frente a un aparato de justicia normalmente lento que al final
decidía quien gana y quien pierde. El diálogo permitía a buscar
una solución en la que se toma en cuenta las dos partes y nadie sale
perdiendo, más bien los dos buscan una solución en la que al final
se van a apoyar colaborando en el implementación de lo decidido.
Trata de no cerrar nunca las posibilidades de diálogo. La denuncia
que quede reservada a casos graves cuando todas las posibilidades de
diálogo se han agotado. Incluso denunciando no cierres ninguna
puerta de diálogo o de reconciliación.
Feliz sábado de diálogo.

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