Por más que le preguntaban, no sabía dar
explicaciones, ni aclararlas cosas. Su vida, su felicidad, eran como un vestido
de payaso hecho de pedazos de tele muy coloridos, cosidos con el hilo de cariño
y de amor. Puede ser que juntar colores tan opuestos era un desafío para la
estética y buen gusto, pero así eran las cosas. Al lado de las felicidades
estaban las tristezas y al lado de los aciertos había errores garrafales. Nunca
ha presumido perfección, ni ha escondido lo que era de verdad. Eso atraía risas
de unos, desprecio de otros y una extraña sensación de desafiante incomodidad
de muchos. Es que preferimos esconder las cosas, y cuando algo sobresale y
supera el molde establecido, nos empieza asustar e incomodar, preocupados por
lo que dirán. A la hora de la verdad no importa el tamaño, ni el color de los
pedazos de tu vida, de tu felicidad, lo que si importa es la calidad del hilo
del cariño y amor con el que estás cosiendo todo. La calidad de tu felicidad
depende de ti mimo de tu capacidad de coser bien los pedazos.
Feliz lunes de unir bien los pedazos.

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