Mirando desde fuera uno tenía la impresión de que
la vida de ellos era una constante espera. El uno esperaba al otro y al mismo
tiempo el uno esperaba del otro. Aunque lo primero era bastante claro y muy
común lo otro se volvía confuso y complicado. Es normal que la gente que se
quiere se espere. Las obligaciones el trabajo los separa por largas horas
convertidas en horas de espera. Anhelando siempre el momento de encuentro, de
la cercanía. La dificultad surge cuando esperamos del otro algo indefinido, algo
que supuestamente nos hace falta, sin tener la claridad de lo que es. En este
caso la espera puede llevar a la frustración, a una escalada de tensión y
diferentes tipos de reproches, sin saber qué es lo que esperamos y como
queremos recibirlo, vagamos en el mar de suposiciones. Es como estar en un
barco que simplemente está flotando sin rumbo y en el que los marineros se
quejan que no llegan a ningún puerto. Trata de definir lo que esperas de la
otra parte y comunícalo, asegúrate que sea posible de alcanzar y así evitaras
muchas tensiones y frustraciones.
Feliz domingo de esperas definidas.

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